24 de abril de 2014

El síndrome de la rana hervida



Existe una forma muy curiosa de cocinar ranas...

Si quisieras cocinar una rana, ¿cómo lo harías? Si la pusieras en una cazuela con agua caliente, saltaría fuera y desaparecería de tu vista antes de que te dieras cuenta. Sin embargo, existe una forma mucho más retorcida. Consiste en poner una cazuela con agua tibia, un entorno cómodo para la rana, y poco a poco ir elevando la temperatura del agua (a fuego muy lento) para que la rana no se percate de la subida de temperatura.......hasta que acaba hervida.

No te extrañes al leerlo, pues algo muy parecido nos ocurre a nosotros los humanos. Hay determinados sucesos que si ocurrieran súbitamente, nos alertaríamos y "saltaríamos", cambiando también súbitamente nuestro comportamiento. Sin embargo, como estos sucesos ocurren de manera paulatina y van subiendo su intensidad poco a poco, no nos damos cuenta de cuánto estamos aguantando hasta que estamos totalmente "hervidos" o, como es más común en nuestro lenguaje emocional, "quemados".

¿Puedes detectar alguno de estos sucesos en tu vida? Quizá las personas a tu alrededor se están aprovechando de ti poco a poco, hasta que acabas por perder el control de tu vida. Quizá llevas demasiado tiempo sin decir "NO" a algunas proposiciones. Quizá estés hasta arriba de preocupaciones a costa de tu tiempo libre. O quizá el agua a tu alrededor todavía no esté hirviendo, pero entonces la pregunta sería ¿cuánto más calor podrás soportar?

Pero no te asustes, porque tengo una buena noticia para ti. Nosotros no somos ranas, nosotros podemos saltar igualmente aunque el agua a nuestro alrededor esté hirviendo.  Aquí te dejo los pasos a seguir.

1. Detecta cuál es tu agua: qué situación es la que te supera, la que te "quema".
2. ¿Podrías saltar? Si es así, ¿Cómo sería ese salto? ¿Qué necesitarías para saltar?
3. Hazlo. Salta.

Aunque de todas maneras, lo inteligente emocionalmente sería saltar antes de que el agua de nuestro alrededor esté hirviendo. Si sigues esos pasos, voilà, volverás a ser el dueño de tu vida.




2 de abril de 2014

Todo tiene consecuencias

"Todo tiene consecuencias".

¿Cuántas veces hemos escuchado eso desde pequeños?
Evidentemente, no hay que tener un máster en Física para saber que cada acción tiene una consecuencia. Sin embargo, esa frasecilla con tono de reproche que todos tenemos grabada a fuego en nuestro subconsiciente, no quiere decir eso.

Si la analizamos, más bien parece decir: "Cuidado con lo que haces, que las consecuencias pueden ser devastadoras".   Y en parte es cierto. Si tiramos una colilla al monte, es posible que produzcamos un incendio imparable. Si conducimos a 200km/h, es posible que tengamos un accidente.....

Pero... ¿y a nivel más sutil?   "Todo tiene consecuencias" nos puede alejar de lo que queremos. Si queremos ser oradores, y pensamos que si titubeamos, nos equivocamos, nos ponemos nerviosos, puede pasar que se rian de nosotros, que nos tiren tomates. ¡¡Oh dios mío, eso son consecuencias!!

¿Qué posibilidades hay de que pase eso? Sin embargo, tu subconsciente ahí está, machacándote.

¿A dónde quiero llegar? Es cierto que todo tiene su consecuencia, pero también es verdad que es una creencia tan arraigada como limitante en ocasiones. Además, ¿quién dijo que que te tiraran tomates es malo? ¡Qué rico gazpacho podríamos hacernos!  También es cuestión de reencuadrar la consecuencia, quizá lo que necesitemos es mejorar nuestra dicción, o nuestro guión.   

Espero no haber sido muy tajante con mis ejemplos. A lo que quiero llegar es que no todo es tan tremendista. La vida no es lo que se nos presenta, sino lo que hacemos con lo que se nos presenta. Actuemos siendo responsables y aprendiendo de cada experiencia.

¡Ánimo!

Nos cambiamos de dirección. Visítanos en www.befullness.com

About Me

Con la tecnología de Blogger.

Blog Archive

Páginas

Sesiones de Coaching

Etiquetas

Buscar en el blog